viernes, 17 de octubre de 2008

El hombre de la carpa.

En aquella plaza unos niños jugaban a la pelota. Al rato se les fué a una carpa ubicada a pocos metros. Vieron que se las devolvió un hombre canoso al que le faltaban todos los dientes, tenía una larga barba y vestía un saco marrón repleto de agujeros. Se asustaron y huyeron.
Una mañana pasó una señora por ese lugar. Se encontró con que este dormía sobre el pasto a pesar del intenso frío que hacía. Tambien vió que sus pies descalzos llenos de ampollas terminaban en largas uñas negras. Sintió asco y caminó hacia la vereda de enfrente.
Al volver de cenar tres abuelos se cruzaron con esa persona, quien quemaba unas ramas y apenas los vió les empezó a hablar. Sin embargo optaron por no llevarle el apunte y siguieron su marcha.
Con el correr de los días los vecinos de ese barrio se fueron acostumbrando a la presencia de aquel hombre. Lo hallaban hablando solo, emborrachándose, buscando comida entre la basura. Muchos le llevaban ropas viejas o sobras de alimentos. Pero a nadie le interesaba conversar con él o darle algún trabajo.
Una vez que murió vieron que dentro de su carpa había una importante cantidad de cuadros y láminas. También encontraron fotos en donde, mas joven, aparecía exponiendo esas mismas pinturas en diferentes galerías de arte. Pero mas sorprendidos se quedaron cuando descubrieron acuarelas secas, pinceles manchados, y una hoja con una frase que decía " En el cielo ya no me aceptan. Ahora cobran entrada y solo buscan caras lindas con exelentes trajes"